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Combate

 

Combate Naval de Abtao
07 de febrero de 1866

En el año 1862, el Gobierno español dispuso el envío de una Comisión Científica hacia América a bordo de naves de su Escuadra, acción que se hallaba dentro de los lineamientos de la política exterior, destinada a recuperar su prestigio como potencia de orden mundial, reforzar su presencia e influencia sobre sus antiguas posesiones americanas, estableciendo mayores vínculos comerciales y económicos, así como también contrarrestar el creciente interés de los EE.UU. sobre Cuba y Puerto Rico.

Sin embargo, el envío de dicha comisión ocurrió en circunstancias que se había producido la intervención europea en México y Santo Domingo, acciones que trajeron consigo el rechazo de las naciones americanas.

Cabe señalar, que para aquel entonces, el Perú y España, aun no habían establecido relaciones diplomáticas plenas, y las mismas sólo se mantenían a un nivel consular en ambos países.

La Escuadra española, llevando a bordo a la Comisión Científica, inició su recorrido por diversos puertos sudamericanos en octubre de 1862, arribando al Callao en julio del año siguiente, en donde se desarrollaron una serie de actividades protocolares con normalidad.

Sin embargo, el 4 agosto de 1863, pocos días después de haber concluido la visita de dicha escuadra al puerto del Callao, se produjo un incidente que trajo consigo la muerte de un colono español en la hacienda de Talambo. Ello sería causa y pretexto para la desafortunada intervención del diplomático español Eusebio Salazar y Mazarredo, quien ocultando las instrucciones recibidas de su gobierno, incitó al brigadier Luis Hernández Pinzón, al mando de la Escuadra Española, para que capturase el 14 de abril de 1864 las islas Chincha, principal centro productor de guano del Perú, acción efectuada en represalia contra el Gobierno peruano por no haber resuelto satisfactoriamente los sucesos de Talambo.

Ante estos hechos, el gobierno peruano, por ese entonces bajo la presidencia del general Pezet, buscó en todo momento una salida diplomática al impasse, considerando, además, que el país no contaba con los medios militares y navales para hacerle frente a una fuerza naval como la española. Por tal motivo, el gobierno del general Pezet había enviado a Europa varias comisiones con el encargo de adquirir armamento y naves de diseño moderno, bajo un concepto estratégico muy similar al empleado por las principales potencias de la época: artillería de defensa de costa de gran calibre para los puertos, buques blindados para hacerle frente a una escuadra, y corbetas para atacar las líneas de comunicaciones marítimas y retaguardia enemigas.

Sin embargo, el tiempo transcurría, las islas no eran restituidas a nuestra soberanía y el conflicto se agudizaba. El gobierno del Perú, bajo la presión de un ultimátum, representado por su comisionado el General Manuel Ignacio de Vivanco, firmó un tratado el 27 de enero de 1865 con el Almirante español José Manuel Pareja, quien había reemplazado a Pinzón en el mando de la flota, tratado concesivo que bajo todo punto de vista resultaba inaceptable.

La situación se agravó por el repudio al tratado por parte de la opinión pública y el 28 de febrero de 1865 estalló en Arequipa una revolución encabezada por el Prefecto Coronel Mariano Ignacio Prado, quien se pronunció en contra lo acordado con España, estableciendo un gobierno de restauración nacional, logrando hacerse del poder absoluto en noviembre de 1865.

Mientras ello ocurría en el Perú, el accionar de la escuadra española se extendió a Chile, país con el que también se produjeron una serie de incidentes diplomáticos que desembocaron en un ultimátum al gobierno chileno, que recibió como respuesta una declaratoria de guerra en setiembre de 1865.

En la medida de que en aquel momento Chile no contaba con los medios navales necesarios para hacer frente a la escuadra enemiga, buscó apoyo en el Perú, por lo que el 5 de diciembre ambos países suscribieron una alianza defensiva para hacer frente a la agresión española.

Finalmente, el Perú le declaró la guerra a España el 14 de enero de 1866, y dado que aún se hallaban en construcción los blindados peruanos Huáscar e Independencia, únicos capaces de enfrentar con éxito a la escuadra española, se determinó la conveniencia de enviar a nuestras cuatro naves principales al sur de Chile, donde debían aguardar el arribo de los nuevos blindados para actuar luego en conjunto contra la fuerza enemiga.

 

La División Naval Peruana, al mando del capitán de navío Manuel Villar Olivera, estaba integrada por las fragatas Amazonas y Apurímac y las corbetas América y Unión recién llegadas de Francia, naves que arribaron al estero de Challahué, frente a la isla de Abtao el 16 de enero, lugar escogido como apostadero de la escuadra integrada por los buques peruanos y las naves chilenas Esmeralda y Covadonga. Lamentablemente, la Amazonas se perdería a consecuencia de haber encallado en unos bajos al ingresar a Challahué; sin embargo, su artillería se emplearía como defensa en tierra.

Luego, con la intención de buscar e interceptar a la escuadra aliada Peruano-Chilena, los españoles dispusieron el envío de una división conformada por las fragatas Villa Madrid y Blanca, la que zarpó desde Valparaíso el 21 de enero, dirigiéndose primero a la isla de Juan Fernández, continuando su búsqueda en Chiloé, Puerto Low y en los canales de Calbuco, en donde se encontraron con el vapor Maipú, cuya dotación le dio la noticia de la posición de la escuadra aliada.

Finalmente, en la tarde del 7 de febrero de 1866, las naves españolas hallaron a la escuadra aliada fondeada frente a la isla de Abtao. En la ocasión, ante la ausencia de su comandante general, capitán de navío chileno Juan Williams Rebolledo, el mando de esta lo había asumido el capitán de navío peruano Manuel Villar.

Ante la presencia de las naves españolas, Villar, había dispuesto que los buques a su mando se situasen en una posición ofensiva formando una columna, cubriendo las dos entradas del canal de Challahue, para evitar así cualquier intento de romper la línea por parte del enemigo. A la división española no le quedó otra cosa que efectuar el ataque a gran distancia, puesto que el calado de sus naves las hacía correr el riesgo de encallar.

A las 15:30 horas se inició el combate, cuando la fragata peruana Apurímac abrió fuego, siendo contestado por la Blanca. El bombardeo se intensificó por ambas partes, siendo los tiros más certeros y de mayor alcance los de las corbetas peruanas América y Unión, gracias a la pericia de sus artilleros.

Este duelo a distancia se mantuvo por casi dos horas sin que ninguna de las naves sufriese daños de consideración; de los aproximadamente 2000 tiros disparados, la escuadra aliada recibió 14 impactos y la escuadra española 30. Durante las acciones, la posición adoptada por la escuadra aliada demostró ser adecuada, puesto que, al haberse ubicado en un canal de aguas poco profundas, limitó el accionar de las naves españolas, las que no pudieron aprovechar su mayor capacidad artillera.

Al caer la tarde y teniendo en consideración lo infructuoso del ataque, la división naval enemiga optó por abandonar la lucha sin haber logrado sus objetivos, mientras que la Escuadra Aliada, se mantuvo incólume con lo que Abtao, se constituyó una victoria estratégica.

Esta brillante acción naval fue reconocida por el Comandante Chileno Williams Rebolledo, quien felicitó a Villar con las siguientes palabras “… Esta oportunidad me permite congratular a Ud. y a los jefes, oficiales y tripulaciones peruanas por el arrojo y serenidad que han manifestado durante las dos horas que duró el combate, bajo un fuego sostenido por ambas partes, y por el resultado favorable que se ha obtenido, el cual se debe a la escuadra del Perú”.

Otro aspecto que se debe resaltar, es que esta acción, tuvo como protagonistas a muchos de los marinos que se batirían heroicamente frente a Chile trece años después, y en su momento, fue una evidente demostración de la pericia de los aliados, que gracias a su valiente y acertado accionar, impidieron que las naves españolas lograsen el objetivo de destruir a las naves de la escuadra aliada, y un preludio, al contundente rechazo a la escuadra española ocurrido en aguas del Callao el 2 de mayo del mismo año.